Como buena cocina castellana, no faltan platos contundentes como el lechazo asado al horno de leña y la chuleta de ternera.
Al abrigo de las chimeneas serranas, se curan al humo los ricos embutidos de los que nos surte el cerdo en los remojones; jamones, lomos, cecinas y chorizos, sin olvidarnos de la sabrosa morcilla de harina, típica de Salas de los Infantes y del queso de oveja elaborado también en esta localidad.
Postres muy típicos en las casas son las rosquillas de anís y las pastas de manteca.
La micología, aparte de ser un recurso económico: nícalos, setas del cardo, senderillas, boletus, mansarones etc; hacen las delicias del paladar de los comensales.
En este sentido, asentadas y reconocidas son las Jornadas Micológicas que se celebran en el mes de noviembre desde el año 1984.