Emboscado por entre un rebollar, Arroyo de Salas recibe con un apretado caserío de recatada singularidad. Un documento en escritura fechada en el año 1100 nos proporciona por vez primera el nombre de Arroyo, certificando –a juzgar por las noticias asiladas en el Fuero de Salas- la existencia de dos alcaldes en dicha localidad. Pero será durante la Edad Moderna (siglos XVI-XVIII) cuando se consolide su desarrollo gracias a los beneficios derivados del negocio lanero.
El discreto itinerario monumental de este hoy barrio de Salas de los Infantes tiene en su templo parroquial su pieza más señera. Bajo la advocación de San Julián Mártir, una abigarrada oferta de matices tardogóticos, renacentistas y barrocos se amalgaman sin prejuicios en este santuario de gran belleza en su simplicidad.