Con 21 años soñaba con ser profesional, pero al menos puede presumir de vivir del fútbol.
Sí. Cuando estaba en el Numancia o en el filial de Osasuna te crees que puedes ser futbolista, pero creo que he tenido mala suerte en algunos momentos. Aun así, he podido seguir viviendo del fútbol y sólo he trabajado cuando jugaba en un equipo de Tercera, que compatibilizaba el fútbol con el trabajo en una empresa de puertas, que era la que patrocinaba al equipo. Ahí te das cuenta de la calidad de vida que tienes cuando sólo juegas a fútbol y he intentado exprimirlo.
Entrena hora y media al día, pero, en la práctica, su dedicación le supone casi siete horas...
Sí. De mi casa (en Salas de los Infantes, Burgos) a Tudela hay 183 kilómetros y me cuesta unas dos horas llegar. Salgo a las 4 de la tarde de casa y para cuando vuelvo son casi las once. Lo de la carretera lo llevo bien, a pesar de que siempre tengo que viajar solo.
¿Qué le ha dado el Tudelano, para rechazar otras ofertas?
Es cierto que en verano tuve otras ofertas, algunas de Segunda B, pero ahora mismo valoro varias cosas. Por una parte el trato que me dan en el Tudelano. Por otra, el tema económico, porque ya he estado en equipos en los que tienes que estar cuatro y cinco meses sin cobrar y es muy duro. En el Tudelano nos pagan al día. Y, por último, el estar cerca de casa. Hago unos 5.800 kilómetros al mes, más de 60.000 al año, pero en el Tudelano estoy contento y espero poder competir la próxima temporada con este equipo en Segunda B.
¿Le viene la afición de su tío, Juan José Rojo, Pacheta?
Tengo mucho trato con él y hablamos. Ha entrenado al Espanyol, al Numancia y hasta la temporada pasada era director técnico del Numancia.